¡Por fin, salió! ¡Qué grande y qué feo era! No parecía un patito. Y todos se burlaron tanto de él que Patito Feo, cansado de sufrir, decidió salir a recorrer el mundo.
- ¡Vete, eres muy feo! -le dijeron los patos silvestres cuando pasó nadando por el pantano.
- ¡Vete, eres muy feo! -le dijeron las ocas cuando pasó nadando por el cañaveral.
Patito Feo siguió su viaje.
Un día, después de mucho tiempo, llegó a un jardín en el que había tres hermosos cisnes.
- ¡Ah, si fuera como ellos! -suspiró. Y decidió acercarse porque estaba demasiado triste para seguir viviendo solito.
Entonces, mientras nadaba, vio su imagen reflejada en el lago. ¡Y su imagen era la de un cisne! ¿Cómo había ocurrido eso?
Era seguro que una mamá cisne había puesto, por error, su huevo en el nido de mamá Pata. Sí, era por eso que tardó tanto en salir del cascarón; era por eso que no parecía un patito; era por eso que había sido un Patito Feo.
- Quédate con nosotros -dijeron los cisnes.
Sí, podía quedarse. Ahora ya no era un patito feo: era un cisne, la más hermosa de las aves.
No hay comentarios:
Publicar un comentario