Caperucita Roja vivía con su mamá en un pueblito de leñadores. Un día que fue a visitar a su abuela, se encontró en el bosque con el lobo.
- Si te encuentras con el lobo -le había dicho su mamá- no le digas adónde vas y vuélvete a casa.
Pero Caperucita se olvidó y le contó al lobo que iba a visitar a su abuelita.
Entonces el lobo corrió a casa de la abuela y se la comió. Después, se disfrazó de abuelita y se metió en la cama.
Cuando Caperucita llegó, se encontró con una abuelita muy rara.
- ¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes! -exclamó.
- ¡Para mirarte mejor! -respondió el lobo disfrazado.
- ¡Abuelita, qué boca tan grande tienes!
- ¡Para comerte mejor! -contestó el lobo.
Y se la comió.
Por suerte, un leñador que entró a visitar a la abuela y vio al lobo comprendió todo lo que había sucedido. Y después de abrirle la barriga al lobo, sacó de allí a Caperucita y a su abuela. Las sacó enteritas, porque así es como el lobo se las había tragado.
Y mientras abrazaba a su abuela, Caperucita pensó: "Será mejor que otra vez no me olvide de lo que me dice mamá".
- Si te encuentras con el lobo -le había dicho su mamá- no le digas adónde vas y vuélvete a casa.
Pero Caperucita se olvidó y le contó al lobo que iba a visitar a su abuelita.
Entonces el lobo corrió a casa de la abuela y se la comió. Después, se disfrazó de abuelita y se metió en la cama.
Cuando Caperucita llegó, se encontró con una abuelita muy rara.
- ¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes! -exclamó.
- ¡Para mirarte mejor! -respondió el lobo disfrazado.
- ¡Abuelita, qué boca tan grande tienes!
- ¡Para comerte mejor! -contestó el lobo.
Y se la comió.
Por suerte, un leñador que entró a visitar a la abuela y vio al lobo comprendió todo lo que había sucedido. Y después de abrirle la barriga al lobo, sacó de allí a Caperucita y a su abuela. Las sacó enteritas, porque así es como el lobo se las había tragado.
Y mientras abrazaba a su abuela, Caperucita pensó: "Será mejor que otra vez no me olvide de lo que me dice mamá".
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